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domingo, 7 de marzo de 2010

Tambores

He visto a un hombre golpear un cuero en el metro de Nueva York. El ritmo estaba cargado de cosas, como un puño levantado contra el cielo. Recordé al oirlo la razón que llevó a un cmapesino de Florencia a tocar las campanas de su aldea, era ese mismo impetu, esa misma necesidad de comunicarse, de decir, de gritar, de informar sobre un hecho catastrófico, la muerte de la justicia.


Se trata de "The Visitor", pelicula dirigida por Thomas McCarthy se enfoca en el problema de la inmigración y el desarraigo desde la óptica del intruso, de quien ha construido su vida en un lugar que no le pertenece y que luego es expulsado sin miramientos.


Desde alli se hace la crítica de un sistema de inmigración que pasa por encima de cualquier nocion de justicia y que no puede ser juzgado más que como absurdo. El miedo al inmigrante, en particular si proviene del medio oriente, parece haber llegado casi al nivel de la paranoia colectiva, pero su origen no es desde luego una simple causalidad, ni que decirlo.


A todas estas, al final de la pelicula me he quedado pensando en el zapatazo que reseñaba ayer y en el tipo que desde Florencia toca a muerte por la justicia y me queda la sensación de que es preciso detenerse, dejar de lado la cotidianidad, hacer una pausa, respirar profundamente y llamar las cosas por su nombre, sin importar cual sea este. Hacerse oir, hacer que los otros vean que no estan solos, que hay otros que comparten su dolor y su pesar. Y que se unan los tambores, o las campanas, o los zapatos, es momento de decir, de hacerse oir.

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